Bodie, Varosha o Prípiat son algunas de las localidades que las guerras o las catástrofes dejaron vacías y conforman nuestro reportaje de “Seis ciudades “fantasma” abandonadas a su suerte”.
Varosha, de icono turístico a ciudad fantasma
La historia de Varosha, un distrito de la ciudad chipriota de Famagusta en la República Turca del Norte de Chipre, está marcada por la rivalidad entre dos pueblos. En los años 70, esta zona costera se convirtió en el primer destino turístico de Chipre y uno de más populares del mundo. Hasta sus lujosos hoteles y restaurantes acudían actores, políticos y artistas como Elizabeth Taylor, Richard Burton, Raquel Welch o Brigitte Bardot entre otros.
Para satisfacer el creciente número de turistas desde 1970 a 1974 se construyeron nuevos hoteles y grandes edificios que debieron ser abandonados en el verano de 1974 tras la invasión turca en Chipre, en respuesta al golpe de Estado «pro-griego».
Como si de una película se tratara, el ejército Turco y el Grecochipriota cruzaron fuego en las calles de Famagusta. La población, temiendo una masacre, dejó sus casas, trabajos y vida diaria abandonando una ciudad a la que ya nadie ha vuelto a entrar por la falta de entendimiento. El Ejército Turco tomó el control de la zona durante la invasión y la valló pero una resolución de Naciones Unidas impide «asentarse a cualquier persona que no sea sus habitantes» lo que ha llevado a que esta turística zona costera se convierta en una ciudad fantasma cada día más deteriorada.
Oradour-sur-Glane, símbolo de una guerra
La apacible localidad rural francesa de Oradour-sur-Glane en la región de Lemosín quedó marcada para siempre un 10 de junio de 1944 convirtiéndose en un símbolo de los crímenes de guerra cometidos en Francia durante la ocupación nazi y el régimen colaboracionista de Vichy, en la Segunda Guerra Mundial.
Tal día de 1944 las SS alemanas atacaban a una población civil indefensa mientras tenía lugar la Batalla de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. Aquel día fueron asesinadas 642 personas. La población que consiguió huir vio destruida la mayor parte de sus edificios e infraestructuras tras su pillaje e incendio, quedando la ciudad completamente en ruinas.
Al final de la guerra, las ruinas de la población fueron mantenidas en su estado por orden del gobierno francés de Charles de Gaulle, como recuerdo de este crimen y símbolo de los sufrimientos causados por la ocupación nazi.
Craco, la ciudad en la frágil colina
A principios del siglo XI, la ciudad italiana de Craco empezó a levantar sobre una colina una impresionante ciudad con casonas señoriales, iglesias, palacios y hasta un castillo. Pero los arquitectos de esta próspera localidad no tuvieron en cuenta la calidad del terreno donde edificaban y construían sus calles.
El antiguo pueblo de Craco situado sobre una colina de arena y arcilla y sobre una falla geológica con habituales movimiento sísmicos no aguantó y tuvo que ser abandonado por sus habitantes quedando semiderruido en 1975.
Hoy en día sus ruinas se han convertido en un atractivo para los turistas que recorren sus calles entre fachadas destruidas y admiran la riqueza de otros tiempos que ya nunca volverán a Craco.
Belchite, un pueblo fantasmal
Belchite, es un pueblo cercano a Zaragoza que fue una joya arquitectónica con capillas, palacios renacentistas, iglesias y dos monasterios hasta que fue bombardeada durante la Guerra Civil dejando un balance de más de 6.000 muertos en quince días. Quien pasea entre sus ruinas puede imaginar el horror vivido y para muchos investigadores de lo paranormal Belchite es el lugar por excelencia de las psicofonías. Aseguran que existen grabaciones que atestiguan los gritos, caídas de bombas o resonar de campanas de los quince días que convirtieron Belchite en un pueblo fantasma.
Como ocurrió en localidad francesa de Oradour-sur-Glane, la ciudad de Belchite nunca fue reconstruida. Tras finalizar la guerra Francisco Franco decidió crear un pueblo nuevo al lado -conocido como Belchite nuevo-, dejando intactas las ruinas del anterior como recuerdo de la contienda. El conjunto, hoy en día abandonado y en parte cerrado al paso de personas, se conoce como Pueblo Viejo de Belchite.
Bodie, de las minas al abandono
La historia de la ciudad californiana de Bodie está ligada a las minas de oro y a la madera. Esta típica población del oeste de EE.UU. bien pudiera ser una de las que tantas veces han sido retratadas en las películas de vaqueros. A finales del año 1870 el pueblo dedicado a explotar las minas de oro alcanzó su apogeo con una población de 10.000 habitantes. Junto al crecimiento de su población se instalaron hasta 65 «saloons» -el bar típico del oeste de los Estados Unidos en el siglo XIX-, restaurantes, iglesias, bancos y una escuela.
El declive de Bodie empezó en 1882 con la bancarrota de las compañías mineras provocando que la población empezara a emigrar. Dos graves incendios unidos a la Gran Depresión terminaron con la historia de esta localidad. Bodie pasó a convertirse en una «ciudad fantasma».
En los años 1960 fue considerada un Distrito Histórico de los Estados Unidos y hoy en día es una de las zonas turísticas más visitadas del oeste de EE.UU.
Prípiat, la ciudad «radioactiva»
La triste historia de la ciudad de Prípiat está vinculada a la Central Nuclear de Chernóbil. Fundada el 4 de febrero de 1970 para dar hogar a los trabajadores de la Central y a sus familias pronto se convertiría en una urbe con gran número de población y en una de las zonas más agradables para vivir de la antigua URSS.
En sólo 16 años la población creció hasta alcanzar más de 40.000 personas que llegaron traídas por su estratégica posición geográfica en un clima relativamente templado y un suelo muy fértil, cerca de una estación de tren, una autopista y, por supuesto, el río que daba nombre a la ciudad. Sus amplias avenidas, sus edificios, museos, colegios, parques, cines o restaurantes daban vida a una ciudad que no imaginaba su trágico final.
Un 26 de abril de 1986 la localidad sufrió los efectos del peor accidente de la historia de la energía nuclear cuando explotó un reactor de la Central Nuclear de Chernóbil. La mayoría de los habitantes fueron evacuados de sus casas para protegerlos de la enorme radiación, los animales domésticos y el ganado debieron ser dejados atrás y sacrificados para evitar alteraciones genéticas y muerte en sus descendientes.
Hoy, la ciudad «radioactiva» es una urbe fantasma donde apenas los científicos acceden a unas calles donde la vegetación se abre camino entre muros de hormigón que ven pasar los días sin esperanza de volver a escuchar los gritos, cantos o risas de sus antiguos habitantes.
0